Estábamos en nuestra tienda y apareció por la puerta mi mujer, mi suegro y a mis dos hijos. Habían oído todo lo que Yavhé había hecho por mí y por mi pueblo y quisieron venir a verme. Conversamos durnate horas y al día siguiente él me acompañó en mis labores con jefe del campamento. Estuvo conmigo todo el tiempo y ya por la tarde me dió una muy buena idea: en lugar de hacer yo todo el trabajo he nombrado a unos 10 hombres sensatos para que ayuden al pueblo con sus pequeños problemas y los que ellos no pudieran solucionar acuadirían a mí.
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