miércoles, 10 de noviembre de 2010

ADIOS

Escribo esta última entrada para despedirme de todos vosotros y deciros que me ha encantado contaros una parte de mi vida. Después de esto me pasaron muchas cosas más pero esa fue mi principal misión. Yavhé confió en mí y a pesar de que al principio no quería acabé aceptando y al final todo salió bien. Me ha gustado mucho recordar viejos tiempos y ahora me despido muy a mi pesar.
                                                               ADIOS
                                  
                                                              MOISES

domingo, 7 de noviembre de 2010

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

1º- Recuerda que yo soy tu único Dios el que te salvó de la esclavitud de Egipto y me adorarás y amarás sobre todas las cosas. No tendrás otros dioses ajenos a mí
2º-No tomarás el nombre de Yavhé
3º-No trabajarás el séptimo día, los otros seis harás tu labor y el séptimo descansarás y alabarás a tu Dios
4º-Honrarás a tu padre y a tu madre
5º-No matarás
6º-No cometerás adulterio
7º-No robarás
8º-No dirás a tu prójimo falso testimonio
9º-No codiciarás la casa, la mujer ni ninguna posesión del prójimo
El pueblo observaba atentamente el estruendo de estaba teniendo lugar en el monte y cuando tuvieron la oportunidad de hablar conmigo me dijeron que estaban muy preocupados. Yo les dije que no se preocuparan que Yavhé era el que los provocaba.

EN EL MONTE SINAÍ

Al tercer mes llegamos al monte Sinaí y Yavhé se me apareció para decirme que ese era el lugar elegido para establecer unas normas que dirigirían a su pueblo durante décadas. Para que nos diera esas normas tendríamos que cumplir ciertas normas: todos purificaríamos nuestras ropas y sólo yo podría subir al monte al tercer día de la purificación nadie podía tocar el monte cuando yo estuviera alli porqué sino se quemaría y moriría ni siquiera los sacerdotes podrían subir. Subí al monte y al hablar con Yavhé me dijo que bajara y les repitiera a todos que no podía tocar el monte y que Aarón subiera conmigo.

sábado, 6 de noviembre de 2010

UNA INESPERADA SORPRESA

Estábamos en nuestra tienda y apareció por la puerta mi mujer, mi suegro y a mis dos hijos. Habían oído todo lo que Yavhé había hecho por mí y por mi pueblo y quisieron venir a verme. Conversamos durnate horas y al día siguiente él me acompañó en mis labores con jefe del campamento. Estuvo conmigo todo el tiempo y ya por la tarde me dió una muy buena idea: en lugar de hacer yo todo el trabajo he nombrado a unos 10 hombres sensatos para que ayuden al pueblo con sus pequeños problemas y los que ellos no pudieran solucionar acuadirían a mí.

LA GUERRA CONTRA AMALEC

Amalec se enfretó a nosotros en Refidim. Yavhé decidió ayurdarnos así que subí a la montaña con Aarón y Hug así que le dije a Josué que reuniera a todos los hombres para combatirles. Mientras Hug, Aarón y yo subimos a la montaña y cuando yo subía mi brazo Israel prevalecía y cuando yo bajaba mi brazo prevalecía Israel, pero yo ya era viejo y mis brazos se cansaban así que mi hermano y Hug tuvieron que aguntar mis brazos hasta que cayó el Sol.

EL AGUA

Seguimos caminando por el desierto hasta que el pueblo de Isarel empezó a murmurar contra mi y contra mi hermano y si así lo hacían también murmuraban contra Yavhé. Así que Yavhé hizo que yo pudiera hacer brotar agua de una roca con mi cayado y así hacer que los israelitas se callaran.

EL MANÁ

Yavhé oyó las murmuraciones del pueblo de Israel y nos envió unas semillas a las que llamamos maná. Yavhé me dijo que tendrían que recoger maná todos los días y comérselo todo, recoger sólo lo que se iban a comer y si no se comían todo lo que habían recogido las sobras se pudrirían o se llenarían de gusanos. Y así pasó, los israelitas no le hicieron caso a Yavhé y su comida se llenó todo de gusanos. Al sexto día Yavhé nos dijo que cogiéramos el doble porqué el séptimo día era su día de descanso y no habría mana hasta el siguiente día.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

NO TENEMOS AGUA

Después de este momento de felicidad teníamos que seguir caminando. Así que eso hicimos y después de tres días andando llegamos a Mara y cuando fuimos a probar el agua de ese lago descubrimos que era amarga entonces todo el pueblo se volvió contar mí y les dije: si de verdad creeis en Yavhé no os preocupéis con nada, Él no os dejará morir.

GRACIAS YAVHÉ

En forma de canto le agradecimos a Yavhé todo lo que había hecho. Le dimos gracias por haber hundido a los hombres del Faraón con sus carros en el lago y por elegirnos a nosotros como pueblo. También le alabamos diciéndole lo importante que era Él, que cuando pasaba por una nación ésta se callaba y le contemplaba. Este canto nos salió directo del corazón, no te puedes imaginar lo felices que estabamos todos.

¡¡¡NOS PERSIGUEN!!!

Mientras nosotros nos alejabamos apreusradamente por el desierto en Egipto el Fraón se arrepentía de lo que había hecho: había dejado escapar a todos sus esclavos asi que cogió a todos sus guerreros e hizo que vinieran a por nosotros.


Por suerte Yavhé estaba de nuestro lado y nos protegió durante toda la noche mientras empezabamos a huir por enmedio del río. Yavhé me dió el poder de abrir el mar y que pudiéramos salir. Cuando amaneció los egipcios cogieron sus carros y se adentraron en el mar pero antes de que pudiéran cogernos el mar se cerró y todos comprobamos lo fuerte que era Yavhé.

SIEMPRE LO RECORDAREMOS

Recordaremos este día en el que Yevhé nos liberó de la esclavitud como el mejor día para todos los israelitas. A partir de ahora Yavhé nos guiará hasta una tierra que mana leche y miel. Este, Abid, será el primer mes del año y desde hoy las semanas tendrán siete días de los cuales seis trabajaremos y el otro descansaremos en honor a Yavhé. Le ofreceremos los primogénitos machos de nuestro ganado y protegeremos a nuestros primogéntios como recuerdo de lo que él hizo para que nos dejaran salir de Egipto. Celebraremos cada año el día de nuestra liberación, no comeremos pan fermentado durante una semana.
Durante nuestro camino por el desierto Yavhé nos acompañó en todo momento durante el día y la noche para que los egipcios no pudieran hacernos daño

martes, 2 de noviembre de 2010

LA PASCUA

Yavhé nos dijo que este sería el primer mes del año para los judíos y que siempre recordaríamos este día como el día en el que Yavhé, nuestro Dios, nos ayudó a salir de la esclavitud Egipto. También me dijo que para que la maldición no recayera sobre los israelitas teníamos que cubrir a nuestros hijos con objetos de oro y plata. Esa noche teníamos que comernos una res y untar la puerta de nuestras casas con su sangre.
Llegó la gran noche. Todos los israelitas nos reunimos en sus casas y nos comimos la res. Esperamos hasta que hubo pasado la medianoche y cuando llegó ese momento Egipto quedó sumido en el caos. El Faraón nos hizo salir rápidamente a todos antes de que nadie más muriera. Después de 430 años por fin nos íbamos de aquel infierno.

ANUNCIO DE LA 10ª PLAGA: LA MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS

Yavhé me dijo que visto que el Faraón no nos dejaría salir fácilmente iba a mandar una plaga de la cual el Faraón se acordaría toda su vida y no sólo nos dejaría salir si no que también nos expulsaría de Egipto para siempre: su espíritu pasaría una noche por las casas de Egipto y mataría a todo primogénito egipcio a los hombres y a los animales, pero ni un solo primogénito israelita moriría. Esa noche Yavhé nos avisaría para que nos preparáramos para huir de allí.